martes, 15 de diciembre de 2009

Atrasos y desatrasos


Sorprende, me sorprende sería más exacto, adquirir conciencia no sólo de lo poco que han evolucionado las ideas y los comportamientos sociales, sino de lo mucho que han involucionado o mejor, de lo estática que es en esencia la naturaleza humana; y la sorpresa viene por el convencimiento que se respira respecto del mucho progreso social y del pensamiento que hemos experimentado en los últimos treinta o cuarenta años. Los únicos movimientos parece que son meramente estéticos o tecnológicos y la propaganda mediocre y sus voceros ignaros nos dan como novedoso y genuino aquello que formaba parte de nuestro adeene social y cultural, provocando una desventaja y una pérdida fatal que puede implicar esa falta de evolución en la que estamos instalados sin remisión, en continua invención de la rueda. Baste leer a Shakespeare o a Saramago o a Calderón o a Cervantes o a Nabokov o a Marías o pasearse por el Picasso, citados únicamente en beneficio de los motores de búsqueda googuelianos, para sentir sonrojo ante las agudezas y ocurrencias de nuestra flor y de nuestra nata y al mismo tiempo sentir como el rojo se transforma en amarillo por tal vecindad coetánea.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Las intermitencias de la muerte


Saramago ha vuelto a emocionarme. Cómo lo hace es un misterio que sólo él y yo intuimos desde que un día decidió presentarnos la mariposa. La muerte en huelga, en comunicación con lo vivo, la vanidad de lo vivo y de las formas humanas de vida, la fatuidad de lo aparente y de las ocupaciones mundanas y mundiales, la muerte humana y el amor que todo lo puede, lo único que se mantiene a nuestro margen y a nuestro pesar. Nadie deja huella, nada permanece, nadie es testigo de nuestras importancias ni de nuestras miserias, haciéndolas equivalentes unas y otras, sólo queda la Belleza, ya sin dueño ni señor y ésa es la única por la que la muerte, en minúscula, puede perder los papeles y renunciar.